Algo más que un deporte

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sábado, 28 de junio de 2014

XII RUTA DEL CALOR DE ÉCIJA

¡Espartanos, esta tarde rodaremos en el infierno!

La XII Ruta del Calor de Écija resultó bastante dura, a pesar de que su recorrido de 100 km presentaba un desnivel acumulado real de sólo unos 1000 metros. La orografía no era muy exigente, pero el estado de las pistas (en numerosas ocasiones con gravilla, piedras grandes y en otras con bastantes surcos), el viento en contra y la elevada temperatura (superior a los 35 grados desde las 11:00) junto con un paisaje desolador sin un atisbo de sombra, hicieron que fuera un reto un tanto extremo.
En esta ocasión íbamos seis Bimbas Gordas: los pro del equipo Diego y Jesús (padre e hijo) que actuaban como anfitriones pues Diego vive allí, la pro Carmen y los habituales actores secundarios José Antonio, Felipe el "cuñao" y yo.
Antes de perder un tornillo o no...

Todos íbamos con la intención de completar la ruta del calor, la variante de 100 km, aunque Felipe dudaba si hacer la ruta del Lagarto de 65km.

Empezamos con retraso sobre lo previsto, arrancando la carrera sobre las 8:30 en lugar de las 8:00 y cómo no, a los pocos metros ya nos quedamos los últimos Felipe y yo, pues se le cayó un tornillo, de la Go Pro, y tuvimos que parar a recogerlo.Contactamos rápido pues los primeros kilómetros eran neutralizados hasta salir del pueblo.

El recorrido de verdad empezó con unos kilómetros con mucha piedra y rodando a un ritmo bastante alto en el que no me encontraba muy cómodo. En diversas ocasiones encontramos puntos con mucha piedra en los que avanzar se hacía más difícil e incluso delicado en alguna bajada pronunciada. Íbamos juntos José Antonio, Felipe y yo, los pro hacían su carrera a parte como de costumbre.

Sin ser tan extremo como aquí, los tramos con mucha piedra abundaban.

Pasados estos primeros 4 o 5 km. llegaron las primeras rampas, sin dificultad técnica pero que iban fraccionando el pelotón. Los kilómetros pasaban deprisa, rodábamos a buen ritmo y con una temperatura aún razonable. Llegamos a una zona con algo de vegetación revirada y divertida con ligeras subidas y bajadas e incluso cruzamos un río, por supuesto seco. El primer avituallamiento llegó sobre el km. 33, un poco tarde ya que bebía constantemente dadas las condiciones.

A partir de ahí seguimos con una zona con vegetación con algo de sombra revirada donde me llevé el primer susto: el crossmark delantero me dió un claro aviso en una curva cerrada de izquierdas y medio kilómetro después tuve que parar pues notaba que la rueda delantera hacía un ruido raro. Extrañamente se había aflojado el cierre rápido y estaba medio suelta...

Los girasoles fueron nuestros bosques.

Sobre el km. 40 salimos a campo abierto y empezamos a notar el viento, en contra en muchas ocasiones, que nos ralentizaba pero disminuía la sensación de calor. Atravesamos una zona con bastante arena después de una bajada en la que de nuevo la rueda delantera me avisó en una curva cerrada a la izquierda, esta vez no fui el único, ya que José Antonio que estaba algo distanciado cayó en la misma curva pero sin consecuencias. 

El viento y una faringitis hicieron que Felipe desistiera de seguir con la ruta larga y se decantara por la corta, aunque ya había pasado el desvío: estaba justo de fuerzas y conocía la exigencia final de esta ruta. Así que alrededor del km 55 el cuñado redujo el ritmo y nos quedamos juntos José Antonio y yo.

Unos bosques preciosos.
El cuñado jugando con la cámara.

El segundo avituallamiento estaba sobre el km. 59, 55 oficial, demasiado lejos en mi opinión ya que para entonces hacía rato que superábamos los 35 grados. El recorrido era cada vez más áspero y, aunque no tenía dificultad técnica, las subidas se hacían duras por el calor, lo roto del camino y los kilómetros ya acumulados.

A partir del km. 64 los avituallamientos eran cada 10-12 km., lo cual era de agradecer porque la bebida duraba muy poco: el termómetro marcaba ya alrededor de los 40 grados y aún quedaba carrera.

Alrededor del km. 70-80 empezamos la llamada zona de los molinos: una extensión dominada por aerogeneradores enormes que alternaba subidas prolongadas con llano hasta llegar a una zona final de unos 3 km de bajada que nos sirvieron para recuperar fuerzas y ánimos. En las subidas me regulé bastante, me notaba bien pero no quería llegar justo al final más sabiendo que pocas veces había hecho tantos kilómetros, así que mi compañero de viaje se me escapaba un poco, no más de unos segundos, que neutralizaba en el llano.
A unos 5 km. del final el paisaje desolador.

Pasados los molinos quedaba poco, unos 10-15 km. que se hicieron largos, sobre todo para José Antonio, quien esta vez iba extenuado por el intenso calor y el esfuerzo realizado. Así que esta vez me tocó a mi tirar un poco del carro, lo habitual es al revés.

El paisaje final no ayudaba, sólo faltaban los buitres sobre nuestras cabezas,  pero el camino estaba en buenas condiciones y a las 14:10 pusimos fin a la carrera cruzando de nuevo la línea de meta en Écija juntos como en Cabeza la Vaca. 

Allí encontramos a Felipe, que finalmente hizo 79 km ya que se desvió tarde a la ruta corta, y al resto del equipo. Unas cervezas y una ducha dejaron como nuevo a José Antonio y es que la foto de su cuentakilómetros habla por sí sola.

El infierno no puede ser mucho peor.
Toda una pequeña aventura en la que disfrutamos del ciclismo y de la buena compañía, a ver si repetimos pronto!
Mi amigo José Antonio ya semi recuperado, todo un campeón.